08 mayo 2006

FATUM “Roto”

(Avispa)

Fatum es una banda gaditana que, con este su segundo disco, nos sorprende ante la vorágine de fusiones que nos presenta. Si bien, según ellos mismos nos cuentan, su primer disco, del año 2002, es más arriesgado que este, no me imagino que pueda ser más arriesgado que la extraordinaria explosión de influencias y fusiones musicales que han utilizado aquí. La formación está compuesta por Antonio García en las guitarras, amén de la producción y masterización (fue productor de Saurom en “Sombras del Este”), José Cabral en el bajo y coros, Enrique Ruiz con la batería, samples y percusiones varias, y Verónica Donna como cantante solista. Debemos decir que Verónica es una nueva incorporación que sustituye a Quique Cáceres, el cantante de siempre de la banda. Así pues, Verónica, que entró cuando el disco ya estaba grabado, se ha limitado a regrabar todas las partes de Quique, lo que no es poco. Sin duda, esto ha tenido que suponer un cambio serio en la propia personalidad del grupo; sobre todo teniendo en cuenta que la forma de cantar de Verónica es, según el batería Enrique Ruiz, menos metálica que la de Quique. En principio, Fatum nos es presentado como un soplo de aire fresco al metal industrial nacional. Y así podría ser considerado, si no fuera porque podrían encajar perfectamente como una banda de gótico-fusión, ó cualquier otra etiqueta que hubieran querido inventarse. Aunque con una base eminentemente metalera, el hip-hop se da la mano con el flamenco; a su vez se introducen elementos celtas y todo ello aliñado con la salsa electrónica del Metal Industrial así como atmósferas provenientes del gótico e, incluso, del Black. El corte de apertura, titulado “Luzbel”, es de carácter tenebroso, tanto en sonido como en temática; riff rápido, pero a la vez contenido, y la voz de Verónica dándonos desde su lado lírico, pasando por sonidos melódicos e, incluso, un pequeño lapso de intimismo arábico. “Mortem” contiene los clásicos sonidos electrónicos del industrial, quizás en la línea de Fear Factory. En “Marginal” cuentan con la colaboración del exvocalista de Narco, Vikingo (hoy día como Vikingo M.D.), ofreciendo su especial contrapunto a la voz de Verónica. Músicas que transmiten el sufrimiento interior de unos personajes, aparentemente inocentes de su propia desdicha. “Fe”, un tema de intimismo gótico, da paso a “Como”, de corte más numetalero, pero con una parte importante de la letra… rapeada; esto que nos deja un tema gótico-industrial con influencias del hip-hop. “El corazón de la oscuridad” nos invita a temer la luz, para buscar la verdad en las tinieblas. Quizás es aquí donde Verónica nos ofrece sus líneas melódicas más interesantes, si bien las guitarras se marcan riffs de excelente factura. La letra más dura se encuentra en “Roto”, que da título al disco, y en la que se denuncia todos los constantes abusos de todo tipo que se ejercen contra los niños en el mundo. Unas destacables líneas de bajo, junto a ambientaciones arábicas, adornan un tema de alta calidad. Rap Metal, de nuevo, para “Modestia”, aunque todo bañado de aires flamencos; hasta el punto que se incluye la colaboración de dos cantantes flamencos llamados Salvi y Marchena, convirtiendo el tema en inclasificable. "Camino" huele a Folk, gracias a algunas guitarras acústicas pero, sobre todo, a la colaboración de Raúl Rueda y Narci (Saurom), lo que no es óbice para rapear algún que otro pasaje, introduciendo cierto toque de agresividad. “Animalia” nos retorna al industrial más crudo, en un corte lleno de samples y sin batería. La letra, minimalista, poniendo en duda que el progreso sea sinónimo de bienestar y, dudando sobre la nitidez de la línea que separa a los animales de los humanos, sea de las más directas y duras del disco. “Desfigúrame” sigue la misma línea, mientras que “Tempo” resulta un poco más clásica (el comienzo es un poco… ¿country?), al menos si tenemos en cuenta lo escuchado anteriormente. “Club Social” me recuerda a los buenos tiempos de Def Con Dos y, aunque nos avisan de la colaboración de los Saurom, nada de celta hay aquí. Se cierra el tema con dos minutos y medio de ecofonías, que dan paso a un solo de batería titulado “K3 1416” que sirve de epílogo a la grabación.
Carlos Treviño Cobo