17 octubre 2005

DREAM THEATER "Octavarium"

(Atlantic Records)

Los fans de DT pueden sentirse más que satisfechos con su grupo. No creo que exista otra banda que ofrezca tanta fiabilidad, tanta garantía de calidad, en sus lanzamientos. Hoy por hoy, puedes ir tranquilamente a comprar lo nuevo de la banda sin haberlo escuchado, pero con la seguridad de que no te va a defraudar. Este increíble equipo de virtuosos parece no tener ningún techo y, cada nuevo lanzamiento es un paso adelante en el camino de la constante evolución compositiva, así como de la experimentación de sonidos y formas de interpretación. Son capaces de rendir tributo a todas sus influencias sin caer por ello en la copia. Lo hacen en cada disco, en cada nueva canción, con Metallica, Judas, Maiden o Asia. Desde que iniciaran su andadura a finales de los ochenta, con sonidos hardroqueros y muy melódicos, hasta hoy en día, ha sido una constante búsqueda de nuevas identidades respetando su inimitable personalidad. Si escuchas su obra más aplaudida, “Images and Words”, y a continuación te pones “Octavarium”, vas a comprobar como se puede mejorar lo inmejorable, pero sin sobrepasarlo. No hay duda, este octavo disco en estudio de la banda es el mejor de toda su carrera, pero... je, je, je... también lo es “Images and Words”. "Octavarium" contiene ocho cortes que son ocho obras maestras. Auténticas piezas únicas que contienen tal variedad de sonidos, que disfrutarán tanto los amantes de los sonidos más duros, como los que se inclinan por los más melódicos. Igualmente pueden disfrutar aquellos a quienes les va más el sonido s. XXI, porque para todos hay una rica porción del pastel. El CD se abre con “The Root of all Evil”. Épica introducción que se inicia con Jordan Rudess y sus atrevidos sonidos electrónicos, al que se añade segundos más tarde la potente pegada de Mr. Portnoy, a continuación experimentales sonidos de la guitarra de Petrucci, y sin darte cuenta estás disfrutando con uno de los cortes más modernos del trabajo. Ocho minutos y medio en los que les da tiempo a mostrarte todo de lo que son capaces. John Myung forma con Portnoy un tándem envidiablemente único. “The Answer Lies Lithin” es una tremenda balada que te lleva de un comienzo suave y romántico hasta momentos de intensa emoción. Fantástico James Labrie a la voz, así como el piano de Rudess, marcándose ambos unas melodías repletas de feelin’.Continuamos con “These Walls” y un demoledor riff inicial de guitarra, sucio pero enérgico, que no te hace sospechar que a los treinta segundos el tema va a ser un suave medio tiempo en el que la rudeza y la dulzura se entremezclarán permitiéndote disfrutar de los mágicos teclados de Rudess, ó el increíble virtuosismo de Portnoy. “I Walk Beside You”está unido al anterior por un sonido de reloj, a modo de continuación. Los suaves sonidos de la guitarra, así como las épicas ambientaciones de teclado, nos traen claras reminiscencias de U2, sobre todo de aquellos míticos “War” ó “Joshua Tree”. Emotiva a la par que comercial, realmente pone la carne de gallina. Y qué se puede esperar de un tema que se titula “Panic Attack”... pues ni más ni menos que velocidad endiablada, y una fuerte dosis de dureza, filtrada a través de la ineludible calidad ejecutora de los intérpretes. Una vez más es imposible discernir quién es más ó menos protagonista, cuando los cinco parecen tocar desde el Olimpo. “Never Enough” se acerca a lo que fue el corte de apertura “The Root...”. En ocasiones muy próxima al sonido de la banda en “Scenes From a Memory”, Labrie sorprende con algunos momentos vocales especialmente brillantes. En el momento del espectacular solo de Petrucci, resulta difícil que la mente no se oriente, inconscientemente, hacia el espectacular batería. La otra balada del disco (más bien habría que decir tema pausado ó lento) se titula “Sacrificed Sons”. Diez minutos en los que la tensión contenida se va acumulando hasta que Myung rompe la línea argumental con su bajo, para meternos de lleno en el momento multi-solista en el que todos se van pasando el testigo. El tema que da título al disco, “Octavarium”, sobrepasa los 25 min., y es el momento cumbre del disco, con una composición electro-sinfónica en la que, en formato de opera rock, se nos narra una historia de sentimientos y emociones. Sensaciones que te llevarán de la placidez más exquisita a explosiones de rabiosa libertad. En definitiva, cuatro geniales virtuosos y un excelente cantante, que han logrado alcanzar cotas de calidad difícilmente superables... No podrás escucharlo una sola vez...¡Simplemente perfecto!
Carlos Treviño Cobo